Mujeres en pie de guerra: un documental sobre las milicianas antifranquistasEl documental «Mujeres en pie de guerra», de la donostiarra Susana Koska y producido por Guerrilla films, recoge la vida de seis luchadoras antifranquistas. Realizado sin subvenciones, fue presentado esta primavera en Donostia en los Encuentros de Cine y Derechos Humanos, y también en la pre-selección del Festival de Cannes (Francia). Se estrenará simultáneamente en Barcelona y Madrid el próximo 22 de octubre, participará en el XI Encuentro de Formación Feminista en Baeza (Jaén) el 30 de septiembre y en los festivales internacionales de Gijón (diciembre) y el de Toulouse (octubre).

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Susana Koska junto a Loquillo, son los responsables de un proyecto multimedia que incluye el documental, un libro, un disco, un montaje teatral y una exposición de obra gráfica sobre el testimonio de seis mujeres que combatieron al franquismo.

Producido por la promotora Guerrilla Films, el documental bucea en los recuerdos de la barcelonesa Sara Berenguer -1919-; la tarraconense Neus Catalá -1915-, la gerundense Rosa Laviña, la donostiarra Rosa Díaz, la alicantina Teresa Buígas y la cordobesa Manuela Sánchez.

Por otra parte, el disco con la banda sonora de «Mujeres en pie de guerra» se publicará el próximo 6 de septiembre, según Susana Koska. Producido por Jaime Stinus, con música de Gabriel Sopeña, textos del propio Loquillo y acompañamiento musical de Los Trogloditas, el disco incluye canciones como «Mujeres en pie de guerra», «Durruti», «El día que mataron a Salvador» -cuyo vídeoclip finaliza con imágenes de Franco saludando desde la Plaza de Oriente-, «La mala reputación» -con Paco Ibáñez-, «De tripas corazón» -versión de Aute-, «Armando el amor» o dos tomas instrumentales de «A las barricadas».

NOTA DE LA DIRECTORA

Para nosotras, las hijas y las nietas de las mujeres que fueron marcadas por el destino de la guerra civil española, hablar hoy de ellas es un deber de la memoria.
En nuestras manos, lejanas en el tiempo ya revanchas y sufrimientos, es más fácil recoger el testimonial femenino, es como digo, un deber, un deber de urgencia histórica pues muchas de ellas octogenarias, están en el camino último de sus días.

Los testimonios orales de la contienda, de la represiva posguerra, del destino fatal que persiguió a los vencidos, es necesario para poder comprender los datos históricos que salen hoy a la luz.
No podemos dejarlos de lado, no debemos hacer la vista gorda a las batallitas del hambre, a las miserias dichas a media voz, es de ley recoger sus testimonios porque de su miedo y de su silencio digno se han hecho nuestras infancias.
Sin entrar en las ideas de género y sin juzgar machismos pasados de moda, es necesario crear espacios, fondos orales y testimoniales.
Necesario es para entender una época que se nos ha negado, borrada del mapa, enterrada en la amnesia y el olvido.

Cuando yo era pequeña, mi madre y mi tía se reunían en verano, y era inevitable el recuerdo de los días del hambre, de las croquetas de aire, del frío de una ciudad de provincias desgarrada por la guerra, de las visitas al padre en prisión, del pan blanco del estraperlo y del día en que mis tíos volvieron de Francia, a punto de cerrarse las fronteras europeas, cuando en casa todavía no habían mantas y lo único que las protegía del frío eran los capotes militares que cosía mi abuela y que habían sido su única forma de subsistencia.
Estos recuerdos comunes, este tapiz de puntadas dolorosas me persiguió siempre, no era capaz de encontrar esa realidad en los libros de texto y acudía a ellas una y otra vez cuando quería saber como fue la vida de una niña de guerra, superviviente de las bombas de la Legión Cóndor.
Después descubrí que ese destino fue común de una gran parte de los hombres y mujeres de este país, y si, es verdad que las mujeres fueron doblemente perdedoras, que se les negó el pan y la sal de los derechos conseguidos por la República, que se les cerró la boca bajo el yugo del machismo franquista.
Descubrí además que la historia con mayúsculas que se escribe en las universidades no es nada sin el cotidiano, sin la realidad de la tradición oral.

Sin darme cuenta, durante años se fue generando este proyecto que se llama MUJERES EN PIE DE GUERRA y que ha nacido siempre con una intención continuadora, es una propuesta global y extensible a todos y todas, porque en cada comunidad debería existir un fondo oral con lo que fue la vida corriente en los tiempos de la República y también en los tiempos del franquismo.
Porque si no sabemos que ocurrió con las mujeres que sobrevivieron a la matanza de Sberenika no podremos nunca explicarnos, ni entender los datos reales de la guerra en los Balcanes.
Por eso le llamo proyecto global, porque no hablo solo de las mujeres de nuestra guerra civil, que es a día de hoy mi preocupación y la base de mi trabajo, pero me preocupan tanto unas como otras y lo que pregunto es;
¿cómo y qué sienten las mujeres en las guerras? ¿cómo las viven? ¿ cómo se sobrevive desde un ámbito, puramente femenino a ellas?

Dicho así es todo muy fácil, si entre todos recogiéramos la lucha diaria en minas y fábricas, cárceles y escuelas, en el cotidiano de nuestras vidas pequeñas, nos sería más fácil saber quienes somos, contra qué combatimos, cuáles los errores de los que aprender, cuál es el leif motive de nuestra lucha hoy.
Por eso es válido un proyecto como MUJERES EN PIE DE GUERRA, porque nos da la voz a nosotras, las mujeres de mi generación y a ellas, y juntas podremos escribir, pintar, grabar, crear a partir de la realidad una historia nueva, contada de viva voz, para que nunca volvamos a vivir días negros y para devolver la dignidad a quien la durísima vida que impuso el franquismo silenció impunemente.