«Las alas de la vida» del director valenciano Antoni P. Canet. es un documental que narra la experiencia y la lucha de un médico y su familia por una vida y una muerte dignas, tras serle diagnosticado una atrofia sistémica múltiple. Sus últimos tres años.


Sinopsis «Alas de la vida»

Carlos Cristos y su mujer, Carmen Font, son médicos. Residen en Mallorca junto a su hija de ocho años, Carmela. Carlos ha llevado siempre una vida muy activa, con pasiones como el montañismo, o ser piloto de vuelo. Como médico ha tenido que transmitir a muchos pacientes diagnósticos muy graves y ha tenido que acompañar a algunos de ellos hasta su muerte. Su vida cambió cuando se sentó ante su propio médico para escuchar el diagnóstico: A.M.S. (atrofia sistémica múltiple), una enfermedad neurodegenerativa, invalidante y mortal. Él, junto a su familia y amigos, reclama una vida y una muerte dignas.

Ficha técnica

Dirección: Antoni P. Canet.
País: España.
Año: 2006.
Duración: 90 min.
Género: Documental.
Intervenciones: Carlos Cristos, Omar Karpyza, Carmen Font, Carmela Cristos Font, Arantza Gorospe, Carlos Simón, Enric Benito, Olvido González.
Guión: Jorge Goldenberg, Carmen Font, Carmen Santos, Francesc Hernández, Xavi García-Raffi, María Tomás y Antoni P. Canet.
Producción: Enrique Alcina, Enrique Navarro y Antoni P. Canet.
Música: Enric Murillo y Carlos Cristos.
Fotografía: Alejandro Plá.
Montaje: J. Carlos Rodríguez Arroyo.
Estreno en España: 24 Noviembre 2006.
Premiado como mejor documental en la edición 51 de Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid)

Trailer en google vídeos.

Notas del director

Durante la realización del largometraje-documental «Las Alas de la Vida», más de tres años llenos de esperanzas e incertidumbres, he tenido un sueño recurrente. Una moneda girando sobre su propio eje, con sus dos caras -la vida y la muerte- emitía destellos hacia el objetivo de la cámara, que se emocionaba mostrando sus propios sentimientos: miedo, rechazo, vértigo, angustia, alegría, esperanza, liberación, sublimación. La cámara proyectaba los destellos de la moneda en un espejo, convertidos en la cara de Carlos Cristos. Sus ojos y las palabras que salían de su boca expresaban las mismas emociones que sentía la cámara. Pero cuando yo observaba el espejo detenidamente solo veía mi rostro reflejado en él. Con gran rechazo, intentaba que desconectaran la cámara, pero ella escapaba hacia otras posiciones dentro de la secuencia. Deseaba con todas mis fuerzas detener el angustioso rodaje pero el miedo me paralizaba. De pronto, la moneda perdía velocidad y se iba deteniendo. Entonces me asaltaba una alegría desbordante, parecía la liberación. Sin embargo, cuando se hacía evidente por la inclinación de la moneda que la cara de la muerte ganaba la partida, lleno de angustia y de vértigo, soplaba con todas mis fuerzas para que remontara sus giros y alejara del umbral de la muerte a mi amigo Carlos Cristos que, irónico, sonreía en el espejo y la cámara seguía grabando. Con esta película he aprendido, de Carlos y de su entorno, que el final de la vida puede y debe ser confortable. He aprendido, sobre todo, que sólo el enfermo que recorre el último tramo de su camino puede decidir qué es para él la buena vida y la buena muerte.

Todos los demás debemos reconocer su libertad como primordial y último derecho individual. Esa libertad es la que permite a Carlos adquirir el papel protagonista en el escenario enmarcado entre los límites de la vida y la muerte; es la que le ha convertido en el protagonista de esta película. En las más de 70 horas grabadas nos hemos convertido en los depositarios de su lúcido «Testamento Vital». Hemos captado la aceptación del diagnóstico; las obligadas renuncias a conducir, a trabajar, a caminar, etc.; la adaptación de su entorno con el diseño de artilugios que hacen más llevadera su invalidez; la comunicación de esos diseños a las asociaciones de enfermos; la vida con la familia, los amigos y colegas; la experimentación con medicamentos y productos naturales aceptando el riesgo de acortar la breve vida que le queda. Le hemos acompañado a consultas médicas y a hospitales. Con Carlos hemos viajado a Galicia y hemos asistido a las despedidas: de su tierra, de las montañas desde las que volaba, del mar en que navegaba, de sus familiares, de sus amigos y de su antiguo grupo de música. Hoy la muerte se ha convertido en un tabú. La hemos expulsado de nuestro entorno, hemos ido borrando el conjunto de relaciones simbólicas y rituales que se habían acumulado a lo largo de la historia a fin de poder encararnos con ella y, en consecuencia no nos atrevemos a mirarla a la cara con serenidad.

Si, a lo largo de la historia, conocemos muertes lúcidas como actos definitivos del conocimiento (Sócrates, Guillermo el Mariscal, etc.) y surgen centenares de libros del género de las Ars Morendi/Artes de bien morir (Jorge Manrique, Erasmo de Rotterdam, etc.), desde la mitad del siglo XX se levantan voces, lamentablemente aisladas, que defienden el concepto de la dignidad, tanto en el vivir como en el morir.

Carlos Cristos es una de esas voces que, como médico y como enfermo, reclama una vida y una muerte dignas; su familia y sus amigos también. Hemos involucrado a expertos e investigadores, internacionalmente reconocidos, para sumar sus voces al cinematográfico Ars Morendi de Carlos.

Con todos ellos hemos recorrido el último trecho de la vida de Carlos para, a través de sus ojos, de sus sentimientos, de sus pensamientos, mirar a la muerte cara a cara y, aunque de vez en cuando hagamos «un charquito de mocos y lágrimas» (expresión de Carlos), la esperamos con serenidad y, siempre que podemos, «con una sonrisa».