El día 11 de abril de 2002, se produjo en Venezuela un golpe que secuestró y trasladó a un lugar secreto al presidente democráticamente elegido, Hugo Chávez, e implantó inmediatamente una dictadura tras la liquidación de todos los poderes del estado. Dos días más tarde una masiva reacción popular que había ido creciendo de manera imparable desde el día siguiente al golpe, apoyada por varias unidades militares que no se plegaron a la autoridad de la junta golpista, restituyeron en el palacio de Miraflores al presidente constitucional.
«La revolución no será transmitida» (estrenado en 2003) de los cineastas irlandeses Kim Bartley y Donnacha O»Brian proporciona imágenes y secuencias que aclaran la trama, los agentes principales, los cómplices, el desarrollo del golpe, su programa, y el «guión mediático» que sirvió para que la televisión privada venezolana actuase como estado mayor golpista, y la prensa exterior lo maquillara y lo trasladara -nada menos que como «movilización democrática»- a la opinión pública.
El documental tiene un valor histórico extraordinario porque ofrece un testimonio directo de los hechos que posteriormente fueron ocultados o deformados por los grandes medios de comunicación tanto venezolanos como internacionales. Reconstruye no sólo la historia de los hechos sino también del un enorme fraude informativo.
«La revolución no será transmitida» comienza dando testimonio de la explosión de la actividad política y del crecimiento de las organizaciones populares en la Venezuela bolivariana. Hay un pueblo -entre el 70% y el 80% de la población del país, los «pata en el suelo», los «zambos», los «terrúos»-, anteriormente marginado, que nace realmente ahora, y lo hace en un marco constitucional que se ha hecho para ello. Ese elemento esencial de la constitución bolivariana, y del funcionamiento continuo de la democracia «participativa y protagónica», es expresado con sencillez y claridad: «Primero hay que leer, saber lo que se está leyendo… matizar la constitución», «nos interesa muchísimo la política», «es un gobierno que nos hace participar».
Ese es el fondo del enorme conflicto político de Chávez con la oligarquía venezolana.
La clave política inmediata son las 48 leyes aprobadas en diciembre de 2001 -especialmente la ley de Hidrocarburos y la Ley de Tierras-, y particularmente el esfuerzo del gobierno por romper el control de esa oligarquía sobre los enormes beneficios de la industria petrolera y sobre un proceso -en fase muy avanzada desde los últimos gobiernos de la IV República- de privatización encubierta. La batalla que conducirá al golpe se inicia con el nombramiento de un nuevo presidente de la enorme empresa petrolera, PDVSA.
Las primeras imágenes filmadas por Kim Bartley y Donnacha O»Brian resumen sin rodeos las líneas generales del conflicto político, y la ejecución por la llamada «Coordinadora Democrática» de un golpe de características políticas similares al chileno de 1973. El documental muestra también el apoyo expreso de la administración Bush a los golpistas.
A los hombres y mujeres que fueron tiroteados, heridos o asesinados por francotiradores fascistas en el Puente Llaguno. A los que se atrevieron a defender al pueblo y por ello fueron difamados por los medios de comunicación golpistas y encarcelados durante un año.
Para ayudar a mantener la Memoria.