«La Guerrilla y la Esperanza: Lucio Cabañas», de Gerardo Tort, es un documental que narra la guerra sucia que el gobierno Mexicano llevo a cabo en el estado de Guerrero, dejando más de 600 desaparecidos, 300 de ellos tan solo de Atoyac, población donde Lucio Cabañas era profesor antes de subirse a la sierra a echar balazos contra «Don Gobierno» representado por el cacique Rubén Figueroa Figueroa.
Lucio Cabañas, maestro rural guerrerense asesinado por el ejército en 1974, encabezó uno de los movimientos guerrilleros más importantes en México durante los años sesenta y setenta. Su recuerdo y la memoria de la lucha campesina en la sierra de Guerrero que tantos muertos y desaparecidos ha dejado a su paso, permanecen vivos aún y representan un símbolo libertario de compromiso por los pobres. Los testimonios de ex-guerrilleros y compañeros de armas, de simpatizantes, de familiares y sobrevivientes, de historiadores y sociólogos, no sólo reconstruyen la historia de Cabañas, sino que contribuyen a la reflexión sobre las causas y la recurrencia de los movimientos armados en la lucha social que han caracterizado al México convulso del último siglo.
Opiniones sobre La guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas
Para el ex guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Arturo Gallegos, ahora trabajador de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) y actor testimonial, dijo: «es un buen documental; se ajusta más o menos a la realidad. Tiene algo que me gustó: las versiones encontradas de quienes vivimos la guerrilla. Por un lado, la gente de Vicente Vega, y por otro la del Partido de los Pobres (PDLP). La parte que narro es apegada a la realidad, y nunca pensé que pudiéramos aparecer en una película. Quisieron hacer algo más acabado. Sin embargo, me parece estupenda».
Fernando Pineda Ochoa, quien perteneció al Movimiento Acción Revolucionaria, expresó: «conozco a la mayoría de la gente que participa con sus testimonios. A Saúl López de la Torre lo conozco perfectamente, y no estoy de acuerdo en muchos de sus puntos de vista, pero creo que lo expresado en el documental es correcto. Con Mario Salas Ramírez tampoco coincido; pero ese es otro problema. En términos generales el planteamiento del documental es correcto».
Inclusive, el ex guerrillero dice que el material de Gerardo Tort «nos ubica en el sentido de lo que era necesario: la unidad. Si hubiéramos estado unidos, como estamos aquí, hubiera sido más difícil la derrota, o tal vez no hubiéramos sido derrotados».
Nicomedes Fuentes García era un joven estudiante cuando lo encarcelaron; al salir del presidio se integró al PDLP: «a lo largo de más de 30 años se ha borrado en buena parte la memoria histórica; las nuevas generaciones no conocen este movimiento, y me parece muy importante lo que están haciendo Gerardo y Marina».
Asegura que hay una situación que no se toca en el documental: «que hay una gran deuda del gobierno de México hacia la sociedad que fue maltratada en esta etapa de la guerra. Hay muchos familiares que están en condiciones lamentables, que no reciben apoyo. El gobierno llegó, maltrató, desapareció y asesinó, y aún no hay justicia».
Para la maestra universitaria Alejandra Cárdenas, ex militante del PDLP, la película «da un panorama de lo que ocurrió y de las distintas visiones que tenemos del pasado. No es posible tener un panorama único; siempre hablas de la fiesta como te va en ella, de cómo la viste. Cada quien, desde su experiencia, vive historias complementarias, pero distintas».
Recalcó que el filme»pone a la orden del día un problema que se ha estado soslayando: la respuesta a los familiares de los desaparecidos por motivos políticos».
Eloy Cisneros, luchador social y ex preso político, aunque no aparece en el filme, dice que los asistentes a la presentación del documental deberían reunirse para analizar lo que ocurre en el país y en Guerrero, «porque ni los problemas ni la guerra sucia se han terminado, y tenemos que buscar castigo para los responsables de estos hechos».
El ex rector de la UAG en aquellos años, Rosalío Wences, dijo: «es un trabajo importante de recuperación de un momento trascendente de la vida histórica de Guerrero y de México. Las condiciones de pobreza siguen; quizá el elemento de represión política tenga nuevos panoramas (…) la represión quizá esté ahora más atenuada, porque el estado de derecho se ha ido fortaleciendo gracias a esas luchas y a la batalla electoral del pueblo de México. Pero muchas condiciones siguen igual».