Este viernes se estrena Génesis, un documental de Claude Nuridsany y Marie Pérennou que versa sobre el origen de la vida. Los autores de Microcosmos, se enfrentan al reto de desvelar el origen de la vida mediante metáforas, sin grandes efectos especiales y con una forma de entender el cine singular: hacer poesia sonora y visual. Seis años han tardado en realizarlo.
Sinopsis:
Mezclando humor y seriedad, inocencia y sabiduría, un «griot» africano (especie de trobador/cuentacuentos) utiliza el lenguaje evocador del mito y la fábula para relatar el nacimiento del universo y las estrellas, los ardientes comienzos de nuestro planeta y la aparición de la vida en la tierra; pero se trata de una historia real, de nuestra historia. Nos habla del tiempo, la materia, el nacimiento, el amor y la muerte. Los animales son los protagonistas de este Génesis extravagante, moderno e intemporal.
Año de producción: 2004 (Francia);
Dirección y guión: Claude Nuridsany y Marie Pérennou;
Producción: Alain Sarde; Música original: Bruno Coulais;
Fotografía: Claude Nuridsany, Marie Perénnou, Patrice Aubertel, William Lubtchansky y Ciryl Tricot;
Montaje: Marie-Josèphe Yoyotte y Pauline Casalis;
Diseño de producción: Jean-Baptiste Poirot;
Diseño de sonido: Laurent Quaglio;
Sonido: Bruno Charier y Gèrard Lamps;
Reparto: Sotigui Kouyaté (narrador).
«Nos basamos en datos científicos para transformarlos en una especie de mitología moderna. Queríamos devolverle el sentido de encantamiento a una ciencia que también puede alimentar la imaginación colectiva con imágenes tan potentes como las que transmiten los mitos, como la Tierra vista desde el espacio o un feto humano en el útero de su madre».
«Los títulos de crédito dicen: estar vivo es urdir una historia desde un comienzo que no recordamos hasta un final del que no sabemos nada… Queríamos ser puramente materialistas. La materia ya está hecha de sueños, poesía, preguntas y metafísica, ya que en este gran ciclo de recombinaciones sucesivas los átomos creados poco después del Big Bang son inmortales y su número invariable: reciclados de un ser a otro, pasan de la arena a las nubes, después quizás a un rostro, y después podemos encontrarlos en un río. Suena como un poema Sufí. De hecho, estamos formados con el mismo material que el mundo, las estrellas, las nubes y las montañas. Tenemos una afinidad esencial con el mundo.»
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