Machuca, una película chilena que tiene un éxito inesperadoLa película cuenta la historia de Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de 11 años que viven en Santiago de Chile en 1973 y meses antes de que el gobierno socialista de Salvador Allende fuera derrocado en el golpe de Estado que encabezó el general Augusto Pinochet. El primero en un bonito barrio de clase alta y el segundo en una población ilegal ubicada en las cercanías.


Un muro invisible divide los mundos de los protagonistas, un muro que el padre McEnroe, director de un exclusivo colegio, quiere derribar, admitiendo en forma gratuita a hijos de familias pobres en el establecimiento. Es por eso que Machuca e Infante son compañeros de clases y es ahí donde surge su original amistad, llena de emociones y descubrimientos.

La película acaba de ser mostrada en el Festival de Cine de Edimburgo y, su director, Andrés Wood, concedión una entrevista.

¿De dónde surge Machuca?

La historia nace de una experiencia personal que tuve en un colegio chileno de clase económica media-alta, en el cual un sacerdote estadounidense llamado Gerardo Whelan incorporó masivamente -mucho más que en la película- a niños de las poblaciones que había alrededor del colegio. El colegio fue tomado por los militares el 11 de septiembre de 1973 y los curas fueron expulsados.

Fue una experiencia que me marcó en muchos sentidos, desde mi opción política, hasta el hecho de que haya terminado haciendo el cine que hago.

En Chile había un gran prejuicio con el tema del cine que se refería a esos años. Había también una gran deuda de los cineastas entre comillas más jóvenes, menores de 40 años. Ninguno de nosotros había hablado del 73

¿Tenías un objetivo político al hacerla?

Yo nunca haría una película por los grandes temas. Lo que me interesa son los personajes y cómo se desarrollan.

¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito en Chile?

Es una sorpresa para mí, porque había en Chile un gran prejuicio con el tema del cine que se refería a esos años. Había también una gran deuda de los cineastas entre comillas más jóvenes, menores de 40 años. Ninguno de nosotros había hablado del 73.

Yo siento que el éxito tiene que ver con que la mirada es nueva y está matemáticamente hecha a partir de los ojos de los niños. Es una mirada que abre muchas puertas, particularmente a la gente joven. Eso la ha hecho muy popular. Se ha convertido en un puente entre generaciones.

Además, es una película muy emotiva, que tiene muchas formas de entrarle.

De hecho, pese a que tiene una cualidad política muy clara, también parece tener como tema central la pérdida de la inocencia, ¿no?

A mí no me gusta explicar mucho la película, pero sí está la pérdida de la inocencia. Y también la traición. O sea, es una película de crecer, de iniciación, de amistad, de conocer mundos.

Pero lo terrible es que es también sobre la pérdida de la inocencia a golpes y es la pérdida de la inocencia de la familia, de los niños y finalmente del país.

Al final, ¿Machuca tiene conciencia de que Infante lo está traicionando o lo superan los hechos que vive a raíz del golpe de Estado?

Yo siento que es ambiguo. Más que una traición, creo que hay una gran separación. Quizás si Machuca e Infante tuvieran la oportunidad de volver a verse, la traición no sería un gran tema, pero como lo más seguro es que no se vuelvan a ver, cobra mucha importancia.

El personaje del padre McEnroe está basado en un sacerdote real. ¿Qué pasó con él después del golpe de Estado?

Trabajó durante 20 años en las poblaciones pobres de Santiago y se convirtió en un importante activista político en esos sectores.

En los años 90 regresó al colegio, pero desagraciadamente murió hace siete meses, por lo que no alcanzó a ver la película, que está dedicada a su memoria.