Guerín (Barcelona, 1960) es uno de los cineastas españoles que ha abierto en el país las perspectivas del género cinematográfico documental nacional, con películas como «Innisfree» y más recientemente «En construcción», una crónica de la transformación del barrio chino de la ciudad condal con la que en el 2001 obtuvo el Premio Nacional de Cine y el Goya a la mejor película documental, entre una larga lista de reconocimientos.


Este amante de explorar «senderos en solitario» y «otras maneras de pactar con la realidad» imparte a partir de mañana un «Taller de realización de documentales» organizado por la Fundación Autor, unas clases en las que dará su visión sobre un género, el de los documentales cinematográficos, que se diferencian de los televisivos «no sólo en el soporte técnico» sino «en la manera de pensar» y de reflejar el mundo.

Aunque el próximo proyecto de Guerín, un realizador de «cocción lenta», será «una película de ficción en la que integraré las enseñanzas que me ha aportado el documental, sus ingredientes y sus recursos», el cineasta no se muestra en absoluto sorprendido por el actual éxito del cine documental.

«El gran cine de género, la gran comedia, el gran cine negro ya se ha hecho, ha llegado a un espacio agotado, mientras que el documental y sus territorios colindantes tienen delante un espacio por descubrir», dice.

El cineasta critica además «el despotismo terrible del guión» en el cine actual, de manera que las ficciones no son permeables a las sorpresas del proceso creativo porque «está todo cerrado de antemano», un sistema totalmente opuesto al que por, ejemplo, él empleó en los dos años de rodaje de «En construcción».

Pero no todo son elogios para el género documental, un espacio que en España se ha convertido en «una especie de cajón de sastre donde va a caer lo incatalogable», algo que ha podido crear «un gran caos»: «quizá por eso hay tantos malos entendidos, pero también quizá por eso posibilita un espacio de más libertad».

Sobre el llamado fenómeno Michael Moore, autor de documentales como «Bowling for Columbine» y «Fahrenheit 9/11», el realizador catalán, que sólo ha visto el primero de ellos, asegura que éstos «tienen más que ver con la televisión sensacionalista, que con el cine» aunque tengan «motivaciones tan nobles como intentar que Bush perdiera las elecciones». A su juicio fue un «error» que el Festival de Cine de Cannes diera su principal premio el año pasado al último trabajo de Moore, de cuyas películas «nadie se acordará dentro de tres o cuatro años».

Y es que Guerín, para quien el cine documental «tiene que tener un compromiso con la realidad, pero también con el cine», opina que hay una tendencia a ser «muy paternalistas» con este género porque aborda cuestiones sociales y eso es políticamente muy correcto». Sin embargo él opina que este género «debe tener la misma perspectiva crítica que el cine de ficción».

José Luis Guerín, que empezó en el cine «viendo películas» de la misma manera que «antes de escribir se aprende a leer», se queja de que «no hay una educación audiovisual» y de que los escolares «estudian al Nuevo Mester de Juglaría, que está muy bien», pero no a analizar unos productos, los audiovisuales, que «son los que consumen».

Esto, y la facilidades que dan las nuevas tecnologías, hacen que «muchos jóvenes empiecen a empuñar su arma (la cámara) sin saber leer una película», según comenta este realizador.