Primavera en el Desierto de Gobi, al Sur de Mongolia. Una familia de pastores nómadas ayuda a los nacimientos de su manada de camellos. Uno de los camellos tiene serias dificultades para dar a luz, pero, con la ayuda de la familia, consigue alumbrar a su cría, un camello diferente a los demás de color blanco. A pesar de los esfuerzos de los nómadas, la madre rechaza al recién nacido, negándole su leche y amor maternal. Cuando parecen haber desaparecido todas las esperanzas, los nómadas envían a sus dos hijos a un viaje por el desierto, en busca de un músico. Finalmente un violinista es llamado al campamento para llevar a cabo un ritual impresionante. El arcaico sonido del violín unido al canto melódico de una de las mujeres llega al corazón de la madre de la cría: cuando le vuelven a traer a su recién nacido, rompe a llorar y le da la leche que necesita para sobrevivir.
La historia del camello que llora recoge casi íntegramente la herencia del primer gran documental de la historia del cine, Nanouk El Esquimal, realizado por R. Flaherty entre 1920 y 1922, pero a diferencia del primero, la recuperación de una mirada humanista sobre la observación antropológica que brota de lo cotidiano de una familia de pastores nómadas del desierto del Gobi, encuentra un intenso filón dramático en la historia de ese camello que es rechazado por su madre desde el momento de su nacimiento.
El dilema de representar o ser ante la cámara es resuelto con gran maestría, y las fugaces miradas a cámara de los protagonistas no interfieren en el desarrollo de la película, sino que desvelan una tremenda complicidad entre director y protagonistas, que desde el respeto y mediante el conocimiento previo fruto de la convivencia nos habla de los afectos nacidos. El film rebosa veracidad en todos sus planos, y a pesar de lo forzado de algunos encuadres, la filtración de elementos de la realidad en un goteo constante le otorgan una voluntad de testimonio que le sitúa a la altura de su ya lejano antepasado.
Pero el éxito comercial de esta película no se halla en la reflexión antropológica, ni siquiera en la melancolía del fin anunciado de un modo de vida a través de la mirada del más pequeño, fascinado por la televisión, sino en el instante revelador en el que la poesía apabullante de una historia inverosímil inunda la pantalla y, tras el instante mágico de ese diálogo iniciado por el viento a través del instrumento musical que pende de su joroba, da comienzo un tierno ritual musical y las lágrimas del camello adulto brotan como el manantial que devuelve la felicidad a la familia y al angustiado espectador. Como un breve cuento antes de dormir, que nos hace soñar reconfortados, la transformación de lo exótico en una experiencia universal, íntima y conmovedora, hace de esta película un pequeño tesoro, un hermoso botín que, como en los libros de aventuras y salvo en contadas ocasiones, siempre procede de territorios lejanos.
Dirección: Luigi Falorni y Byambasuren Davaa.
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maravilloso documental 8-)
emocionante distinta
Me parece un documental perfecto. Sexo Masculino. Comentarios y amistades a
canonjia@hotmail.com
Sorprendente en su desarrollo y gran realización. De lo mejor que he visto.
chevere
buena
me cuesta explicar lo que sentí al verla…..solo dire: «»sorprendido»»
GRACIAS POR ESTAR